Érase una vez una familia que vivía
en un piso en la ciudad de Madrid. Tanto el padre como la madre tenían trabajo
y la situación económica de la familia era normal.
Un día como otro cualquiera
mientras trabajaba el padre, su jefe informó a toda la plantilla que debido a
las deudas de la empresa, ésta iba a ser embargada, por lo que todos se
quedarían sin trabajo.
Cuando llegó a su casa, preparado
para dar la mala noticia a su familia, se encontró a su mujer llorando y a sus cuatro sobrinos jugando con
sus dos hijos. Extrañado le preguntó a su mujer qué había pasado y ésta, entre
sollozos y lágrimas, le contó que esa mañana su hermana y su marido habían
tenido un accidente de tráfico en el que ambos habían muerto y que su hermana
en el testamento, había escrito que en caso de fallecimiento de ambos padres la
custodia de los niños se la dieran a ella, y en ese momento rompió a llorar de
nuevo. Su marido la consoló y cuando vio que estaba más calmada cogió aire y le
dijo que habían embargado la empresa para la que trabajaba por lo que ahora
estaba en el paro.
La situación en la que se
encontraban era difícil, tenían que criar a seis niños que no pasaban de los
diez años con un sueldo y una prestación por desempleo, pero luchaban cada día
por conseguirlo.
Pasaba el tiempo, el padre no encontraba
trabajo y apenas conseguían llegar a fin de mes, hasta que un día les dieron la
peor noticia que les podían dar: habían despedido a la madre.
Los padres se pasaban los días
enteros buscando trabajo, pero la situación estaba muy mal y no había muchas
empresas que contrataran a gente, sino más bien la despedían.
Pasado un tiempo, tanto a la
madre como al padre se les acabó la prestación por desempleo y solo recibían un
subsidio que no les era suficiente para pagar la casa, sus facturas, los
alimentos, el material escolar…, por lo que se vieron obligados a pedir ayuda a
Cáritas, que les proporcionaba alimentos y material escolar.
Un voluntario de Cáritas escuchó
la situación en la que se encontraba la familia. Este fue uno de los días en
los que acudió la familia a recoger la comida. El voluntario les dijo que él
era soltero y que vivía en una casa bastante grande. Les propuso que se fueran
a vivir con él, ya que le sobraba espacio. Los padres extasiados de felicidad
de oír aquella noticia le dijeron al voluntario que sí que muchísimas gracias y
que harían todo lo que pudieran para agradecérselo. El voluntario les dijo que
no hacía falta y que no se preocuparan.
Con el paso del tiempo ese hombre
solitario, que no tenía con quien compartir sus penas y alegrías de su vida
cotidiana, se convirtió en uno más de la familia; y gracias a él la familia
salió adelante.
Valores morales
-
La generosidad y el altruismo que se ve reflejada en la
acción del voluntario de Cáritas al acoger en su casa a la familia sin pedir
nada a cambio.
-
El agradecimiento de la familia hacia el voluntario por
haberles acogido y ofrecido esa oportunidad; y en cierto modo, generosidad por
haber acogido al hombre como uno más de la familia.