domingo, 3 de marzo de 2013

El deshaucio aumentó mi familia


Érase una vez una familia que vivía en un piso en la ciudad de Madrid. Tanto el padre como la madre tenían trabajo y la situación económica de la familia era normal.

Un día como otro cualquiera mientras trabajaba el padre, su jefe informó a toda la plantilla que debido a las deudas de la empresa, ésta iba a ser embargada, por lo que todos se quedarían sin trabajo.

Cuando llegó a su casa, preparado para dar la mala noticia a su familia, se encontró a su mujer  llorando y a sus cuatro sobrinos jugando con sus dos hijos. Extrañado le preguntó a su mujer qué había pasado y ésta, entre sollozos y lágrimas, le contó que esa mañana su hermana y su marido habían tenido un accidente de tráfico en el que ambos habían muerto y que su hermana en el testamento, había escrito que en caso de fallecimiento de ambos padres la custodia de los niños se la dieran a ella, y en ese momento rompió a llorar de nuevo. Su marido la consoló y cuando vio que estaba más calmada cogió aire y le dijo que habían embargado la empresa para la que trabajaba por lo que ahora estaba en el paro.

La situación en la que se encontraban era difícil, tenían que criar a seis niños que no pasaban de los diez años con un sueldo y una prestación por desempleo, pero luchaban cada día por conseguirlo.

Pasaba el tiempo, el padre no encontraba trabajo y apenas conseguían llegar a fin de mes, hasta que un día les dieron la peor noticia que les podían dar: habían despedido a la madre.

Los padres se pasaban los días enteros buscando trabajo, pero la situación estaba muy mal y no había muchas empresas que contrataran a gente, sino más bien la despedían.

Pasado un tiempo, tanto a la madre como al padre se les acabó la prestación por desempleo y solo recibían un subsidio que no les era suficiente para pagar la casa, sus facturas, los alimentos, el material escolar…, por lo que se vieron obligados a pedir ayuda a Cáritas, que les proporcionaba alimentos y material escolar.

Un voluntario de Cáritas escuchó la situación en la que se encontraba la familia. Este fue uno de los días en los que acudió la familia a recoger la comida. El voluntario les dijo que él era soltero y que vivía en una casa bastante grande. Les propuso que se fueran a vivir con él, ya que le sobraba espacio. Los padres extasiados de felicidad de oír aquella noticia le dijeron al voluntario que sí que muchísimas gracias y que harían todo lo que pudieran para agradecérselo. El voluntario les dijo que no hacía falta y que no se preocuparan.

Con el paso del tiempo ese hombre solitario, que no tenía con quien compartir sus penas y alegrías de su vida cotidiana, se convirtió en uno más de la familia; y gracias a él la familia salió adelante.

Valores morales

-         La generosidad y el altruismo que se ve reflejada en la acción del voluntario de Cáritas al acoger en su casa a la familia sin pedir nada a cambio.
-         El agradecimiento de la familia hacia el voluntario por haberles acogido y ofrecido esa oportunidad; y en cierto modo, generosidad por haber acogido al hombre como uno más de la familia.